Aves migratorias

En el mundo existen miles de especies de aves y, de todas las conocidas, más de un tercio son migratorias.

Están aquellas que atraviesan el Atlántico de costa a costa, huyendo del frío y buscando alimentos y un lugar para criar sus pichones. Hay otras que viajan dentro de un mismo país, algunos cientos de kilómetros. Son una maravilla para aquellos que cada tanto miran hacia el cielo y, desde hace un tiempo, hay quienes salen a recibirlas y darles la bienvenida.

Orientación

Mucho se ha escrito y discutido con respecto a este tema. El sol para las migradoras diurnas y las estrellas para las nocturnas, son herramientas indispensables para encontrar la ruta correcta. Hay investigadores que afirman que también pueden valerse del campo magnético terrestre.

Pero, también es fundamental la capacidad de las aves para reconocer características del terreno a través de su ruta, sobre todo en las aves que migran en grandes bandadas. En éstas, la experiencia de las más viejas redunda en beneficio de todas.

Más de un tercio de todas las aves que existen en el planeta realizan, en algún momento, desplazamientos migratorios. Hay especies que recorren pocos kilómetros. El Cauquen (Chloephaga), ave de gran porte de la familia de los patos, cría sus pichones en el verano en el sur de la Patagonia, y emprende un corto viaje hasta los pastizales pampeanos (sur de Buenos Aires y La Pampa), para allí pasar el invierno.

Pero existen también aquellas que durante días y días atraviesan países y hasta continentes. Los chorlitos, esos pequeños pajaritos que andan en las costas del mar y de lagunas en casi todo el territorio argentino (sobre todo en las costas patagónicas), vienen desde el Artico, donde se reproducen, a sus “cuarteles de invierno”. Aquí se alimentan y se refugian de los fríos del Polo Norte. Más 18.000 kilómetros recorren durante varios días, en grandes bandadas, de una punta a la otra de América.

La migración no es una característica sólo atribuida a las aves. De hecho, algunas mariposas, muchos peces como los salmones, las truchas, grandes mamíferos herbívoros como los alces y otros animales, se trasladan de un lugar a otro en determinadas épocas del año. Desde hace miles de años vienen y van, a tal punto que hasta el mismo Aristóteles fue atrapado por este fenómeno e incluso clasificó varias aves migratorias.

María Chaves, una ornitóloga de Costa Rica, cuenta que el fenómeno de las migraciones de las aves ha maravillado al hombre desde siempre. Los profetas del Antiguo Testamento decían que las migraciones de los gavilanes, que se desplazaban desde el norte de Europa hacia el Africa, simbolizaban “los caminos de Dios”. En Chipre, los movimientos estacionales de un numeroso grupo de aves grandes era la señal para iniciar la siembra.

Tiempo de migración

En general, las aves pequeñas (incluyendo la mayoría de los paseriformes), se alimentan y descansan durante el día y migran durante la noche, ya que son menos visibles por los predadores y el aire es más estable. Las aves grandes, como águilas, halcones, cigüeñas, etc., descansan durante la noche y migran durante el día. Los gansos, patos, muchas aves playeras y los pingüinos, pueden migrar tanto de día como de noche.

El momento en que realizan la migración, puede variar entre adultos y juveniles, y lo mismo puede suceder entre machos y hembras. Entre los paseriformes, es común que los machos lleguen primero que las hembras a sus lugares de reproducción, a fin de establecer sus territorios de cría.

Los juveniles suelen viajar junto con los adultos a sus áreas de invernada. Aunque suele suceder, como en el caso del “chorlo pampa” (Pluvialis dominica), que los adultos emprendan la migración un tiempo antes que los juveniles.

El frío y el alimento han sido, probablemente, la causa que hace que muchas especies viajen de un lugar a otro. Las dudas surgen al momento de determinar el origen de la migración. Seguramente no en todas se originó de la misma manera, en la misma época y siguiendo las mismas pautas evolutivas. Pero, más allá de las hipótesis y de los debates de ornitólogos y profesionales, las aves saben que volar en busca de alimentos y de climas más cálidos es un buen recurso para sobrevivir.

Peligros

Pero el vuelo de estos pájaros no está exento de peligros. Y en esto el hombre tiene y ha tenido mucho que ver. Los campos fumigados con determinados pesticidas o herbicidas, la desaparición de bosques, la alteración de bañados y humedales, la caza indiscriminada, y la contaminación de las zonas costeras, son algunas de las causas que hacen peligrar la existencia misma de muchas aves migratorias.

De acuerdo a un estudio realizado por científicos de Estados Unidos, una tercera parte de las aves migratorias de ese país, que viajan a Latinoamérica a invernar, están sufriendo un marcado descenso de su población en los últimos 30 años. Si bien no pueden determinar puntualmente las causas, se sabe que el hombre tiene mucho que ver.

América Latina y el Caribe ocupan el segundo lugar (después de Asia y el Pacífico) con especies de aves amenazadas. Según el Informe GEO 2000 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, muchas de estas aves son migratorias.

Texto: Fabián Tittarelli y Pablo D’Atri
Ilus.: Bibi González

(Publicado en suplemento ECO septiembre de 2001)

Imprimir