Bioenergía

 

Ingeniero Luiggi, una localidad del norte de La Pampa (Arg.) dio el puntapié inicial. Se convertirá en la primera localidad pampeana en generar gas natural y electricidad a partir de los residuos orgánicos domiciliarios.

Ubicada en el norte provincial, la localidad de Ingeniero Luiggi (La Pampa, Patagonia Argentina) cuenta con una planta para la separación de los residuos húmedos y secos que producen sus 6.000 habitantes. La planta está a 4 kilómetros de la localidad y allí llega la basura urbana, cuatro veces por semana los residuos húmedos y dos los secos.

La instalación se encuentra en un predio de 3 hectáreas y comenzó a funcionar en junio de 2012 por impulso de la Municipalidad local. Cada día, sus 10 a 12 operarios procesan unas 6 toneladas de residuos. Para Ingeniero Luiggi, el promedio de producción diaria de residuo orgánico por persona es de 0,57 kilogramos, un dato importante a la hora de proyectar posibles aprovechamientos de ese desecho.

A principios de año, personal de la Administración Provincial de Energía visitó la planta y quedó sorprendido por la prolijidad con que se trabaja allí. “Cuando leí en el diario que en Ingeniero Luiggi habían comenzado con la separación de la basura, me interesé en el tema y decidí hacer una visita al lugar”, comentó a Eco el gerente general de la Administración Provincial de Energía, Carlos Sanz. Mientras recorría el lugar junto a Bernardo Bilbao, actual secretario de Gobierno de la comuna, y otras autoridades comunales surgió la idea de hacer algo con el residuo orgánico que, hoy por hoy, tiene como destino las parvas de compostaje.

Así nació la idea de transformar la planta de clasificación, recuperación y disposición final de residuos sólidos urbanos en un “Modelo de gestión de residuos” con objetivos más abarcativos y profundos. Uno de estos fue darle valor a la biomasa residual a través de un proceso de biodigestión anaeróbica y a partir de allí generar biogás.

En marcha

El proyecto ya está en marcha y avanza a paso firme. La APE y la Municipalidad de Ingeniero Luggi se contactaron con la delegación San Luis del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), le comentaron sus ganas y ahora, pocos meses después, ya cuentan con el plan de trabajo elaborado por profesionales de organismo nacional.

La propuesta es sencilla y similar a la que se está haciendo en otros lugares del país, también en forma experimental o incipiente. Consiste en enviar a un biodigestor una fracción importante del residuo orgánico que ahora va a parar a las parvas de compostaje.

¿Qué es el residuo orgánico? Principalmente aquel desecho que se genera en la cocina de todos los hogares en el proceso de preparar la comida. Esa es la mayor parte del residuo sólido urbano y por ello su recolección demanda más días que el residuo seco.

La idea es, una vez clasificado y tras una pequeña etapa de preparación de la materia orgánica –básicamente fraccionarlo a tamaños milimétricos y descartar aquello que no sea orgánico-, enviar el residuo al “biodigestor anaeróbico” que se comenzará a construir en breve. Este biodigestor es la parte central del proyecto, el “reactor” de esta pequeña usina energética. Allí dentro, bacterias que viven en ambientes deficitarios de oxígeno degradan la materia orgánica y a raíz de su metabolismo generan gas metano, el mismo gas que sale en las hornallas de nuestras cocinas. El gas generado por las bacterias se acumula en la parte superior del biodigestor, la “campana”.

El gas se extrae a través de una válvula y después de atravesar una trampa de agua (que le quita la humedad) y un filtro de azufre, está listo para ser utilizado. Así de sencillo. Para Ingeniero Luiggi, la intención es hacer un biodigestor con un piletón de hormigón para la depositación del residuo, y una campana de membrana plástica para la acumulación del gas.

Dos usos

En el marco de esta experiencia piloto, la propuesta es darle dos usos al gas que genere el biodigestor. Una parte se utilizaría para alimentar un termotanque que provea de agua caliente a los operarios de la planta. La otra tendría como destino producir electricidad a través de un grupo electrógeno que funcione con este fluido.

El volumen de electricidad aportado por el grupo sería pequeño y compensaría, sólo en forma parcial, el consumo de la planta. Alcanzaría para la iluminación del interior de la planta y sus exteriores, y para alimentar una prensa que se utiliza para compactar otro tipo de residuos.

El proyecto que elaboró el INTI San Luis estimó una producción mensual de 796 kilovatios hora, un poco menos de los 898 kwh/mes que demanda la planta de residuos.

En gas, la estimación es que producirá alrededor de 252 metros cúbicos mensuales.

“Va a ser una planta modelo que nos va a servir para acumular experiencia y después llevarla a otros municipios”, anticipó Sanz, entusiasmado por la fortaleza de la experiencia. “El futuro es de las energías alternativas”, reflexionó el funcionario. “Cada vez hay más conciencia y eso facilita las cosas. Tenemos que estudiar todas las oportunidades que haya con las energías alternativas, hoy más que nunca”, concluyó.

Textos: Fernando Tourn
Ilus.: Bibi Gonzalez

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