Se calcula que los seres humanos han generado 6.000 toneladas de basura espacial, arrojada al universo por Estados Unidos, China, las ex repúblicas soviéticas, Francia, Japón e India.
Según las últimas estimaciones de la Agencia Espacial Europea (ESA), cerca de 600.000 objetos en desuso mayores a un centímetro pululan por la órbita terrestre. Se trata de satélites inactivos, antiguos cohetes, fragmentos de naves, restos de pintura y polvo abandonados durante más de 50 años de actividad humana en el espacio.
El principal catálogo de residuos espaciales existente proviene de la Red de Vigilancia Espacial del Departamento de Defensa de Estados Unidos. No obstante, desde hace una década y por encargo de la ESA, el Observatorio del Teide, en las islas Canarias, escruta sistemáticamente el espacio desde hace una década. “Ya descubrimos más de 5.000 objetos”, dijo a Tierramérica el astrónomo Miquel Serra, responsable del proyecto de basura espacial del Instituto de Astrofísica de Canarias.
Desde el despegue del legendario Sputnik soviético en 1957 hubo más de 4.600 lanzamientos y se pusieron en órbita cerca de 6.000 satélites. Pero apenas 800 continúan en funcionamiento.
Choque
Gran parte de los restos proceden de explosiones, pues la mayoría de los artefactos enviados al espacio aún cuentan con combustible al finalizar su vida útil y así permanecen largo tiempo. Los elementos que orbitan la Tierra se incrementan sin cesar debido a las colisiones. “La situación es seria. El aumento de estos objetos en el espacio no está controlado", dijo Holger Krag, experto del Centro Europeo de Operaciones Espaciales de la ESA.
“Tememos que haya cada vez más choques que generen innumerables fragmentos, los que a su vez impacten contra otros satélites, y se produzca así un sinfín de colisiones en un plazo cada vez menor. Y así, en algún momento, el espacio a la altura de hasta 2.000 kilómetros (el área de mayor tránsito satelital) no sería más utilizable para la astronáutica”, afirmó Krag.
Estas colisiones constituyen la principal amenaza para los satélites que están en órbita con finalidades que incluyen las telecomunicaciones, el pronóstico del tiempo, la navegación, la observación de la Tierra y la ciencia aeroespacial. Y también para las naves y misiones como la Estación Espacial Internacional.
No existen leyes o acuerdos vinculantes que rijan estas actividades espaciales y que estipulen castigos por incumplimiento.
La comunidad científica recomienda el reingreso controlado a la atmósfera terrestre de los satélites que cumplieron su vida útil, para que allí se extingan y se eviten los choques y las explosiones.
La recuperación de cada uno de los varios miles de satélites en desuso supondría entre 10 y 20 millones de euros. Con todo, “los costos de perder la infraestructura satelital serán muy superiores a los derivados de las actividades reparatorias”, concluye el documento de la reunión. (Maricel Drazer/Tierramérica)