Telefonía y radiaciones

Alarmados por una resolución exprés impulsada por las autoridades municipales, los habitantes de Santa Rosa (La Pampa) comenzaron a preguntarse sobre las consecuencias para la salud y el ambiente de las antenas de la telefonía móvil. La resolución dispone colocarlas en lugares públicos y privados de la capital pampeana. Sin muchos reparos ambientales, la “rápida” resolución parece responder a intereses económicos y políticos.

 

Suplemento ECO (septiembre de 2018)._ Según la opinión experta, una antena de telefonía emite menos radiación que muchos electrodomésticos (ej. microonda). Incluso existen quienes se animan a afirmar que es menor a la de una lámpara de 100W. Es más, cuando se les consulta sobre la cantidad de antenas óptimas señalan que “cuanto más, mejor”, porque se reducen los riesgos de las personas a las radiaciones.

A partir de la inquietud de algunos habitantes de Santa Rosa (LP) sobre las consecuencias para la salud y el ambiente de esta tecnología, ECO profundizó una investigación para conocer más (e informar) sobre el impacto al ambiente y a la salud de las radiaciones de antenas de telefonía móvil.

Las primeras conclusiones son que las radiaciones electromagnéticas (RE) que generan estas estructuras “apenas” preocupan si se compara con otras fuentes. La segunda (y que sí inquieta) es que existe todo un universo de radiaciones al que están expuestas los seres vivos, sin conocerse todavía las consecuencias para la salud y el ambiente.

¿De qué hablamos?

Las antenas de telefonía móvil emiten radiaciones electromagnéticas y están comprendidas en las Radiaciones No Ionizantes (RNI, definidas genéricamente). Se trata de un tipo de energía de menor frecuencia que la necesaria para producir ionización, y que comprende la radiación ultravioleta (UV), visible, infrarroja (IR), microondas, radiofrecuencias, y hasta los campos de frecuencia extremadamente baja (ELF).

Quiénes emiten RF (con campos de radiofrecuencia de 3 kHz a 300 GHz) y son radiaciones no ionizantes.

Televisión y Radio.

Estaciones base de telefonía celular.

Comunicaciones por Microondas.

Teléfonos móviles.

Dispositivos domésticos (teléfonos inalámbricos, monitores, juguetes con control remoto, etc.)

La confusión que lleva a una falsa alarma radica en igualar las radiaciones “electromagnéticas” (no ionizantes) con las de “radioactividad” (ionizantes), dicen las voces expertas. Y la diferencia es que mientras las ionizantes pueden modificar la estructura de los átomos (rompen y liberan electrones y con ello pueden generar radioactividad), las NO ionizantes (que son las que emite la telefonía móvil) no tienen la energía suficiente para “arrancar” electrones del átomo.

Las RNI son de baja energía y se clasifican como ópticas (rayos infrarrojos, la luz visible y la radiación ultravioleta) y las electromagnéticas. Estas últimas son las que caracterizan a la telefonía móvil (también las utilizadas por las emisoras de radio, las del microondas y hasta las que generan las líneas de corriente eléctrica).

Telefonía móvil

Se calcula que el 67% de la población mundial tiene un celular en sus manos y que existen más de 1,5 millones de antenas en todo la Tierra.

La telefonía móvil es un sistema que está constituido por una amplia red de antenas fijas (o “estaciones base”) que transmiten información mediante señales de radiofrecuencia (RF), y son responsables de la emisión de las RNI.

Es bueno aclarar que a las radiaciones del sistema básico de telefonía móvil se le agregan otras como las redes inalámbricas, las que permiten el acceso a Internet (redes de área local inalámbricas (WLAN), de las que se despreden el bendito router y el wifi). Esta tecnología es masiva hoy en oficinas, en lugares públicos como plazas y escuelas, y en miles de hogares.

Según estudios recientes, la exposición a RF de estaciones de base de la telefonía móvil oscila entre el 0,002% y el 2% de los niveles establecidos en las directrices internacionales sobre los límites de exposición, en función de una serie de factores, como la proximidad de las antenas y su entorno. “Esos valores son inferiores a la exposición a las RF de los transmisores de radio o de televisión”, aclara la Organización Mundial de la Salud (OMS) de las Naciones Unidas.

Cuestión de salud

La falta de información ayuda a la confusión. Así, mientras hay quienes alarman, están quienes relajan demasiado. Sin embargo hay un elemento en el que se está de acuerdo: Nadie conoce el efecto de las radiaciones en general en los seres vivos, sobre todo a largo plazo. “La existencia de posibles efectos crónicos de las radiaciones no ionizantes es aún objeto de fuertes debates y de una amplia investigación científica”, dice en su sitio oficial el Instituto de Salud Pública de Chile.

Si bien nadie confirma la inocuidad de las RNI, la gran mayoría acuerda en que las radiaciones de la telefonía móvil son una preocupación menor comparada con otras, como el microondas o los rayos x de las radiografía.

Y en el sistema de la telefonía móvil no son las antenas la mayor fuente de radiaciones y sí los celulares que existen por decena de miles en Santa Rosa. “La intensidad de la señal de radiofrecuencia emitida por estaciones base suele ser inferior a una milésima parte de la de los teléfonos móviles”, dice en un trabajo Julián Durigutti y Ezequiel Tardivo.

Según la opinión de especialistas, la potencia (la exposición de los usuarios a las radiofrecuencias) desciende rápidamente al aumentar la distancia entre la persona con el celular. “Una persona que utiliza el teléfono móvil a una distancia de entre 30 y 40 centímetros de su cuerpo (por ejemplo, al escribir mensajes de texto, navegar por Internet o cuando se utiliza un dispositivo “manos libres”) estará mucho menos expuesta a campos de radiofrecuencia que quienes lo utilizan acercando el aparato a su cabeza”, señala la OMS.

Por eso el organismo de las Naciones Unidas dice que “un motivo de inquietud común en relación con las antenas de las estaciones de base y de las redes locales inalámbricas es el relativo a los efectos a largo plazo que podría tener en la salud la exposición de todo el cuerpo a señales de RF”. Y aclara que “los niveles de exposición a RF de las estaciones de base y las redes inalámbricas son tan bajos que los aumentos de temperatura son insignificantes y no afectan a la salud de las personas”.

Informe: Pablo D’Atri
Ilus.: Bibi González

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En diciembre de 2016 el suplemento ECO publicaba un completo informe sobre las intenciones del Gobierno Nacional de instalar muchas antenas en el país. Desde el Ente Nacional e Comunicaciones de Argentina  ENACOM se informaba que comenzaba una fuerte campaña para multiplicar las 15.700 antenas de telefonía móvil que había en el territorio nacional. “Dicen que mejoran la comunicación y aclaran que no afectan a la salud de las personas y el ambiente”, decía el informe de ECO.

 

 

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Bombita

El profesor Alberto Nájera, de la Universidad de Castilla la Mancha (España), dice que una antena de telefonía emite la misma radiación que una bombilla de 100W a un kilómetro. “El estudio muestra que la radiación emitida por las antenas de telefonía es muy, muy pequeña. Esto quiere decir que si tuviéramos que preocuparnos por ellas deberíamos hacerlo también por las farolas o las bombillas de nuestra casa. Eso no significa que conozcamos el efecto de la radiación en los seres vivos. Pero no serían este tipo de antenas las que marcaran la diferencia en nuestra salud”, dice Santiago Campillo, autor del informe publicado el sitio hipertexual.com.

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