Leche que calienta

Un simple vaso de leche en la mesa del desayuno puede representar un gran costo ambiental para el planeta. La actividad agropecuaria es responsable de entre un 12 y un 14% de las emisiones mundiales de gases que recalientan la atmósfera.

Ya hay investigaciones para medir el costo climático de ese vaso de leche, o de la lechería general de un país, desde la cría de la vaca hasta la mesa.

Las emisiones del sector agropecuario crecieron casi un 17% entre 1990 y 2005 en todo el mundo, y el mayor aumento fue en el sur en desarrollo (32%).

La fermentación intestinal del ganado rumiante libera a la atmósfera metano y óxido nitroso, dos potentes gases de efecto invernadero, también generados por el estiércol y la orina de los animales, la quema de biomasa vegetal, el cultivo de arroz y procesos biológicos y químicos en los suelos agrícolas.

Ambos aportan el 70% de la contaminación climática procedente de la agricultura. El metano y el óxido nitroso generan, respectivamente, 21 y 300 veces más efecto invernadero que el dióxido de carbono, principal gas vinculado al cambio climático, liberado sobre todo por el transporte, la industria y la producción de energía.

Mientras los países buscan formas de producir más alimentos y superar la actual carestía, especialistas de la red Learn (siglas en inglés de Red de Investigación para la Disminución de las Emisiones Ganaderas) estudian cómo abatir las emisiones del sector sin amenazar su productividad.

En Uruguay, la actividad agropecuaria genera el 91% de las emisiones nacionales de metano. Y en Argentina es responsable del 44% de la producción de gases invernadero.

Como se trata de un sector muy sensible para países agropecuarios como Uruguay, la reducción de gases debe garantizar que el pastoreo tenga un “carácter natural”, dijo a Tierramérica el coordinador de la Unidad de Cambio Climático de Uruguay, Luis Santos. Una opción es modificar la dieta de los animales reemplazando pasturas en favor de variedades menos ricas en metano, sostuvo.

Ecosistemas

Los sistemas pastoriles ocupan entre el 26 y 40% del total de tierras productivas del planeta. Y la ganadería emite un 37% del metano y un 65% del óxido nitroso generado por actividades humanas. La gran mayoría de estos gases provienen de los sistemas de pastoreo de América Latina y Asia.

“La concentración atmosférica de óxido nitroso continúa elevándose en un 0,26% anual. En el plano global, el presupuesto de óxido nitroso está dominado por las fuentes agrícolas. Es preciso lograr una reducción urgente de estas emisiones”, sostuvo el científico neozelandés Tim Clough.

“Las fuentes predominantes de óxido nitroso en las pasturas incluyen las excretas de los animales que pacen y los fertilizantes nitrogenados. El óxido nitroso se produce en el suelo a través de procesos microbianos como la nitrificación" o conversión de amonio a nitrato, agregó Clough, del Grupo de Ciencias Físicas y de los Suelos de la Universidad de Lincoln, Nueva Zelanda.

Clough sugirió, como ya se aplica en su país, utilizar inhibidores de la nitrificación, sustancias químicas añadidas a fertilizantes nitrogenados (minerales u orgánicos) o aplicadas directamente en el suelo, que inhiben a las bacterias, causantes parciales de ese proceso microbiano, y lo vuelven más lento.

Raúl Pierri (Tierramérica)

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