Ciudad que queremos

Se realizó el encuentro “La ciudad que tenemos, la ciudad que queremos”. La deformación del crecimiento urbano cuando el negocio inmobiliario determina la planificación urbana, es una de las conclusiones más destacadas. Participaron profesionales, especialistas, representes de asentamiento informales y de la cámara inmobiliaria.

 “Habitar la ciudad implica compartir espacios individuales y colectivos”, dijo Leticia García, dando apertura al encuentro “La ciudad que tenemos, la ciudad que queremos”. En el edificio de la Universidad Nacional de La Pampa, en la ciudad de Santa Rosa (La Pampa) Beatríz Dillon también dio la bienvenida a los participantes e incentivó el debate y la construcción de propuestas para comenzar a pensar en la ciudad como un espacio de articulación, de encuentro y de desarrollo de las posibilidades.

Conflicto a resolver

“No hay manera de evitar el conflicto en la manera de mira una ciudad, es lo normal”, dijo Eduardo Reese, especialista en planificación y gestión, iInvestigador del Instituto del Conurbano, este arquitecto de amplia participación en programas nacionales agregó que el objetivo “no es evitar el conflicto, sino generar los ámbitos donde resolverlos”.

Describió el escenario de intereses en una ciudad como un ámbito donde el Estado tiene una lógica, el mercado tiene otra y los sectores sociales: “son los actores en pugna”, dijo.

Sin embargo, Resse fue contundente cuando reclamó el rol de los municipios y el estado en el diseño de una ciudad: “El mercado no puede manejar la ciudad, porque quien maneja el suelo maneja la ciudad”.

“El mercado dirige su mirada hacia aquella franja de la sociedad y la ciudad que puede pagarle, produce un proceso de segregación y exclusión de la ciudad”, dijo. “Por eso es fundamental las políticas públicas”. Señaló que el mercado es una maquinaria de segregar y que los valores de los suelos son un ejemplo de ciudades sometidas al mercado: “Estamos pagando precios obscenos del valor de la tierra”.

Por último Reese explicó que se apliquen políticas contra la especulación y el negoción inmobiliario sin regulación. “Se condena la corrupción, que está bien que se haga, pero incide en un 7 o 10 %... Sin embargo la especulación financiera del negocio inmobiliario tiene un margen de ganancia de hasta un 1000% y nadie dice nada y hasta es un negocio lítico!”.

Más protagonistas

La expresión de los afectados por el negocio inmobiliario nucleados en el PROCREAR también se presentaron. También participaron representantes de la Cámara Inmobiliaria, Raíz, un grupo de familiar que ocuparon tierras en la localidad pampeana de Toay, integrantes de la asociación de arquitectos, profesionales que trabajan en edificios públicos desde la bioclimatología y hasta representantes de grupos que promueven la construcción con barro y materiales naturales.

El encuentro que se realizó durante dos jornadas continuó con el aporte de “Políticas de Estado vinculadas a la tierra, la vivienda y al hábitat”, a cargo de Guillermo Marzioni, subsecretario de Ordenamiento y Desarrollo territorial (de la Secretaría Nacional de Acceso al Hábitat, dependiente de la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación). “La recomposición del trabajo en estos últimos años comenzó a resolver algunas cuestiones de vivienda y hábitat”, explicó Marzioni quien ponderó los criterios “productivos del ahorro” que tienen los sectores populares cuando “invierten los ahorros en ladrillos para construir”.

Por último manifestó el contacto con el grupo de familias nucleados en “el amanecer” que tienen un asentamiento precario en las inmediaciones de la laguna Don Tomás. “Hay una necesidad de hacer un proyecto urbanístico para el sector de unas 90 hectáreas municipales… tenemos que presentar un proyecto para hacer un espacio que integre las necesidades de un grupo de gente que tiene asentamiento y condiciones de hábitat muy precarias con las posibilidades de ese espacio”, dijo el funcionario.

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