Tal vez es mucho para un solo instante. Hay demasiados sentimientos encontrados, dudas, algunos reproches, cosas dichas y otras calladas. Este fin del milenio es una bisagra artificial, pero a la vez real.
Estar a días del 2000... es como si existiera la posibilidad de detenernos, mirar hacia atrás, recordar, revisar, arrepentirnos y festejar. Estar a horas del 2000... es como si comenzáramos un cuaderno nuevo, con hojas blancas, aunque algunas ya están escritas y otras manchadas.
Existen dudas por lo que viene, pero tenemos certezas por lo que fue. Las dudas están teñidas con la esperanza, con la ilusión de pensar que es posible cambiar para bien, hacer las cosas como se deben.
Las certezas tienen que ver con lo que fue y con lo que es. Visto desde aquí, parados en este día y en este lugar, uno ve que el hombre, muy poco se ha puesto a pensar sobre las culpas que le caben.
Visto desde aquí y desde este día, uno ve las guerras, la pobreza, los árboles caídos, el aire caliente, los ríos contaminados, los viejos olvidados y los chicos marginados. Uno ve que el hombre arroja la piedra y esconde la mano, que dice lo que otros deben hacer y después hace lo contrario, que reza y después se olvida.
Uno ve mucha hipocresía de los que dicen que no saben y de los eruditos también.
Todos nos justificamos. Cuando somos masa porque somos muchos, cuando somos pueblo, porque somos sabios aun en nuestro error. Cuando somos uno, por la soledad y la miseria de la vida.
Tomar la vida con las manos, al futuro como nuestro, hacernos cargo de la historia.
Es bueno saber que lo que está escrito, nuestro pasado, fue el que nosotros permitimos. Y es muy bueno saber que nuestro futuro, el que todavía no está escrito, va a ser el que queramos, el que estemos dispuestos a escribir.
A días del 2000, si me preguntan, diría que todo va a cambiar, que el futuro es de lo mejor y que no habrá más penas y tampoco olvidos. Si me preguntan, prefiero aferrarme a la esperanza, a la utopía.
Lic. Pablo D’Atri
Director ECO
(diciembre de 1999)
