De fútbol y aguas subterráneas

Se ha hecho costumbres que de una cuestión simple se armen "grandes problemas" y de debates tranquilos se generen desencuentros irreconciliables. La nota "fútbol peligroso", publicada en el ECO de abril, es un claro ejemplo.

En la misma manifestábamos la preocupación por el impacto sobre las napas subterráneas de 5 canchas de fútbol.

Opinaron muchos. La gran mayoría de manera violenta, como es costumbre en las redes sociales. De todas maneras el debate es válido, interesante y necesario.

Claro que los pozos ciegos, que se cuentan por miles en la zona de quintas Toay-Santa Rosa, generan contaminación en las napas. Que la cantidad de bombas sumergibles, que también se cuentan por miles, salinizan y agotan el acuífero…

No se trata de cerrar las canchas, menos aun de correr en la búsqueda de culpables. Se trata de "parar la pelota" y comenzar a planificar el uso del agua subterránea.

Para eso hace falta legislar sobre la instalación de las bombas sumergibles, sobre el uso del agua para riego, de las piletas y sus cuidados, de los pozos ciegos, de los usos de agroquímicos (a nivel doméstico e industrial) y hasta de la forestación adecuada para los suelos y regiones como la que habitamos.

Desde ECO sostenemos que las cuestiones ambientales son complejas y las soluciones, por lo tanto, requieren de esfuerzos que superen antinomias falsas.

Nos corremos de la falacia de pedir solo al Estado y obviar al vecino, de reclamar al político y soslayar a los privados…

Las aguas subterráneas son vitales en provincias como La Pampa. Su uso y abuso nos define sobre la forma en que entendemos al desarrollo sustentable.

Lic. Pablo D'Atri
Director ECO
(Abril de 2013)


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