El paraíso de Tompkins

El reportaje a Douglas Tompkins, en el diario La Nación, generó ese “movimiento” en el “mundo de los ambientalistas” entre quienes abrazan y quienes rechazan ese “ecologismo” que señala los males del capitalismo luego de ser "bendecido" por este.

Es que las palabras de este multimillonario estadounidense que compra naturaleza para volverlas a su origen, esas palabras seducen a muchos.

Tompkins es un liberal y sus ideas encuentran eco en sectores que se identifican, paradójicamente, con el centro, con la derecha y también con la izquierda política…

Sus palabras atraen y confunden. Porque nadie puede negar que vivir en medio de la Naturaleza es estar en el paraíso. Frente a tanta destrucción y desigualdad, frente a miles de millones que viven en medio del cemento, a Naturaleza pisoteada, frente a esto proponer vivir rodeados de animales y plantas nativas, de ríos y lagos cristalinos... resulta una propuesta que se compra con los ojos cerrados.

Pero el problema es cómo llegar, cómo alcanzar ese paraíso. Y es aquí donde las aguas se dividen y las miradas pasan de simples y puras, a complejas y contaminadas.

En la simplificación de las cosas se presentan falsas opciones que sólo con una abultada billetera se pueden resolver.

A decir verdad, Tompkins es el fiel reflejo de un ambientalismo que ubica las cosas en los extremos. Frente a tanta contaminación y urbe, lo mejor es volver al campo y a la naturaleza, dicen.

Y resulta seductor el planteo, porque no genera contradicciones terrenales sino sólo tensión con el sistema global. Más teórico que práctico... Porque es más fácil abordar el barco petrolero y plantar bandera, que pararse en una estación de servicio y convencer al vecino que pide llenar el tanque para salir por las rutas emitiendo gases de efecto de invernadero.

Es difícil no caer en la tentación de estas simplificaciones. La abrazamos como causa y cuando nos damos cuenta que poco podemos hacer en el aquí y ahora, nos contentamos sólo con comprar el libro de las “40 cosas que puedes hacer para salvar al planeta”, con separar la basura, con pagar la cuota a la ong que salva ballenas y a salir el fin de semana a observar aves…

Hasta el momento el ambientalismo se basa, principalmente, en promover la creación de reservas naturales, en proteger la ballena o el panda, y también en acusar a las petroleras. Puede calmar la conciencia (igual que la ostia del cura que libera los pecados) pero no resuelve los problemas.

Tompkins es la expresión de una elite que en el discurso incluye pero en la práctica excluye; que pretende salvar todo con unas pocas partes; y que evita la contaminación aislándose de la mierda.

El resto, la gran mayoría de los mortales, seguimos tratando de torcer de a poco esta historia que nos incluye a todos. Tratamos, con los pies pegado a la tierra y bastante lejos del paraíso.

Pablo D’Atri (Director ECO)

 

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