Pro.Cre.Ar.

Y un día llegó el Pro.Cre.Ar. Y llegó la felicidad para esa clase media que hacía tiempo que quería pero no podía. Pero como es pasajera (la felicidad), pronto llegaron los especuladores y comenzó el temor.

Cientos de terrenos en pocos días llevó el valor a las nubes, sobre todo en aquellos barrios donde todos quieren vivir.

Como nunca, los adjudicatarios de los planes del Programa Crédito Argentino (Pro.Cre.Ar.) hicieron visible una problemática poco conocida: elegir dónde construir la vivienda hace a la calidad de vida.

Por clase social y posibilidades, otros vecinos que reciben los planes sociales de los gobiernos (IPAV, en La Pampa, por ejemplo) rara vez levantan la voz por el lugar donde les toca vivir, rara vez son visibles. A kilómetros del centro de la ciudad, de los centros comerciales, de salud, allí van a vivir quienes menos tienen.

No existe precedente en la capital pampeana de algún partido político sensible a esta problemática. Por lo menos, no se conoce alguna ordenanza (o proyecto) que pretenda regular de facto un problema que crece a la par de los planes sociales populares de viviendas.

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Por suerte el debate comenzó y gran parte se debe al impulso de los adjudicatarios de los otros planes sociales, los del ProCreAr. Pero se está a mitad del camino. Hasta ahora es sólo un problema de tamaño. Agrandar la ciudad fue la propuesta y quedó en el camino la posibilidad de comenzar a dibujar una ciudad sin fragmentación social.

La distribución del espacio iguala o diferencia. Por eso, pensar una ciudad inclusiva significa entrelazar situaciones y posibilidades.

Existen herramientas legales y posibilidades políticas. El desafío es asumir, sin mezquindad, un debate que resulta difícil pero sumamente necesario.

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