El cardón

En el medio de las piedras rosadas de las sierras del Parque Nacional Lihué Calel, crece un cardón que, Graciela Alfonso, recuerda con “sus flores como trompetas blancas”.

Ficha técnica:

 

Nombre vulgar: “cardón”, “cacto”.

 

Nombre científico: Trichocereus candicans

 

Hábitat: Esta especie es exclusiva de Argentina. Es frecuente en ambientes serranos, laderas y planicies secas del centro y oeste de Argentina. En Lihué Calel es muy común en sitios expuestos.

Muchos veranos, antes de cumplir los diez años, viajábamos desde el Valle, donde vivíamos, a visitar a mi abuelo en Toay. El viaje era largo, entre caminos polvorientos y un paisaje monótono, sólo interrumpido por el cruce del río Colorado y la gran aventura, las sierras de Lihué Calel. El placer de treparnos en las inmensas piedras rosadas sólo era comparable al asombro de descubrir los renacuajos nadando en los pequeños arroyos, las calandrias, a veces las maras o los zorros. Y los cactus entre las rocas. Recuerdo los cardones inmensos con sus costillas que parecían un acordeón y sus flores como trompetas blancas que imaginaba tocando una música que sólo yo escuchaba.

La fascinación continuó y pasados los años pude conocer más secretos de sus efímeras flores nacaradas, blancas, que miden hasta 20 cm de largo y están recubiertas por pequeñas escamas con largos pelos rojizos o castaños. También de sus frutos jugosos, dulces, repletos de semillas negras; de sus tallos que como si fueran camellos del reino de las plantas, almacenan grandes cantidades de agua en su interior, y es su cuerpo acanalado quien les brinda la flexibilidad necesaria para aumentar o disminuir su volumen sin dañarse.

También es notable el orden de la distribución de sus espinas, que nacen en un pequeño brote y se van ubicando cada una en un lugar preciso, como si fueran los actores de una danza o hilos de un perfecto bordado. De color amarillento a castaño, fuertes, rígidas, rectas o arqueadas, siempre armónicas con la forma general del cardón y dispuestas a lo largo de las nueve a doce costillas de su cuerpo.

La familia de los cactus, a la que pertenece este cardón, es exclusiva de América. Los cactus han desarrollado asombrosas adaptaciones que les permiten vivir en las rigurosas condiciones de las zonas áridas, entre ellas el uso muy eficiente del agua, como las formas globosas y robustas que les permiten almacenar agua al mismo tiempo que disminuyen la superficie expuesta al sol; la falta de hojas y el cuerpo recubierto por una cutícula impermeable que evitan la pérdida de agua por transpiración.

Texto: Graciela Alfonso
Fotos: ECO

Cactus

Ha crecido en el pulso de la arena

su grisáceo verdor de espina aguda,

y retoña oprimido y valeroso

el colmado silencio de su pulpa.

 

Su mirada es de sueño eternizado

porque el viento no logra estremecerlo:

se ha aferrado a la tierra como un hijo

sin caricias en medio del desierto.

 

Yo he escuchado su queja inexpresada

y he admirado el vigor de sus raíces.

No es hermoso, ni grato, ni amigable;

sólo espera de Dios y a Dios recibe.

 

Pero en esas mañanas de las bardas

en que el sol se recrea entre las piedras,

ha tallado su flor de seda roja

en la esquina durísima y reseca.

 

Y entre tanto oleaje indiferente

de arenales dormidos y caldeados,

esa flor lucidísima y despierta

es un ansia potente hacia lo alto.

 

Irma Cuña

(de “Neuquina”)

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