Debajo de la capital pampeana corre un río de líquidos cloacales que arrastra unos 277 litros por segundo. Existen cientos de kilómetros de cañerías, tantas que extendidas permitirían unir la capital pampeana con la ciudad de Río IV. El problema es que el sistema está en un punto crítico. Olores y desbordes fueron noticia en los últimos meses.
Informe especial ECO. (Agosto 2015)_ Debajo de la ciudad de Santa Rosa (LP) existen más de 385 kilómetros de cañerías de cloacas donde circulan unos 24 millones de litros por día. Son más de 1 millón de litros por hora, casi 17 mil litros por minuto, 277 litros por segundo…
Cuando “tiramos la cadena” del baño, lavamos los platos o el lavarropas automático hace su enjuague “número 2”, cuándo nos bañamos, lavamos la cara, cuando limpiamos las verduras para el almuerzo o la cena... arrojamos litros y litros de “residuos cloacales”.
Río de agua “negras”
Según datos oficiales, de los 30 millones de litros de agua potable de promedio que consumen por día los santarroseños, un 80% termina en las cloacas (es decir; de cada 100 litros, 80 van a los caños). Así se llega a los 24 millones de litros diarios.
Pero no sólo es agua lo que fluye por los caños: también grasas, materia fecal, jabones, aceites, detergentes, sustancias tóxicas, agua de lluvia (básicamente por conexiones ilegales, restos de alimentos, etc. (Ver recuadro aparte)
Lo que ingresa potable y limpio por las redes de agua se descarga como residuo por las cloacas. Y así, todos los días, un río de agua, barro y grasa corre debajo de los pies.
A unos 80 centímetros de profundidad en algunas veredas, a un metro veinte en la mayoría de las calles, y hasta unos 5 metros (como en la calle Autonomista), los caños siguen la pendiente de menor a mayor, de los más angostos hasta los de diámetros más importantes.
Desde el 1940, cuando comenzó a construirse la red cloacal en Santa Rosa, hasta nuestros días la infraestructura se fue multiplicando. Hoy son unas 38.000 las viviendas que están conectadas a la red de la ciudad, (con una cobertura del 82% del total de las casas que cuentan con este servicio sanitario y público).
Cuencas
La ciudad está dividida en 9 cuencos y son 9 las estaciones de bombeo que envían los líquidos hacia las piletas de tratamiento (ver gráfico).
Así, cuando el vecino que vive en la calle Maestros Pampeanos y Avenida Luro, o en Urquiza y avenida San Martín lava los platos, ese residuo comienza un recorrido que termina en los “troncales” del “Cuenco EB1” (ver gráfico)
Casi todas las casas y edificios que existen en el microcentro de la ciudad (entre Av. Luro, las vías, Av. España y la laguna Don Tomás), pertenecen a la estación de bombeo “EB2”. También pertenecen a ese “cuenco” las viviendas ubicadas en Allan Kardek y Argentino Valle, o en las cercanías del supermercado La Anónima, en la calle Ameghino.
En red
Desde 1940, cuando la ciudad estaba habitada por algunas miles de personas, hasta nuestros días la población se multiplicó y la red de caños se extendió más y más.
Al principio en cada calle se agregaban unas veinte conexiones en promedio. Pero la ciudad creció hacia arriba también (sobre todo en el microcentro). Cada edificio representa unas veinte casas más. Cañerías antiguas (de más de 50 años) y preparadas para una cantidad limitada de líquido cloacal, reciben un torrente muy superior y así los problemas comienzan a reflotar.
Técnicos y especialistas señalan que la red se encuentra en un 50% obsoleta (las de asbesto cemento, sobre todo), y que es necesario ampliar la cobertura del servicio hacia barrios no comprendidos todavía. “Son una urgencia ambiental”, dicen.
Texto: Pablo D’Atri
Ilus.: Bibi González