Patrimonio

La relación del Hombre con la Naturaleza se manifiesta de distintas maneras y en todas las épocas de la historia. Los parques nacionales, los sitios arqueológicos, los monumentos naturales, la pintura, la música... manifiestan la relación de la cultura y con el ambiente.

  • Por Carlos Fernández Balboa y Claudio Bertonatti (*)

Patrimonio es una palabra que proviene del latín “patri” (‘padre’) y “monium” (‘recibido’)”, que significa: «lo recibido por línea paterna». Se remonta al derecho romano temprano, periodo en el cual era la propiedad familiar y heredable de los patricios (de pater, “padre”) se transmitía de generación a generación y a la cual todos los miembros de una familia amplia tenían derecho.

Considerando entonces todos los bienes materiales y naturales del hombre que representan a una comunidad o sociedad, paulatinamente el concepto está reemplazando o utilizándose como sinónimo de ambiente, medio ambiente o ecología. Y resulta bastante lógico, ya que el patrimonio, como el ambiente, forma parte de nuestra vida cotidiana y hacemos de él un uso intensivo, aun cuando no nos demos cuenta.

Distintas disciplinas, distintas miradas...

Para facilitar su comprensión e identificar las diferentes disciplinas que trabajan en favor de su preservación, clasificamos al patrimonio en cultural o natural, tangible o intangible. También, desde las distintas disciplinas, se toma al patrimonio como un objeto de estudio exclusivo; la arqueología, la arquitectura o la biología son ejemplos elocuentes. Sin embargo, en los últimos años y a partir de los aportes de la UNESCO que considera también los paisajes culturales o los itinerarios o rutas escénicas, se aplica con mayor frecuencia el concepto de “patrimonio Integral”.

Las divisiones o categorizaciones del “patrimonio” establecidas para su estudio son lógicas para comprenderlas, para investigarlas, pero no para pensar en su manejo y comunicación. Porque...¿se puede analizar o asegurar la conservación del sitio arqueológico “Cueva de las manos” sin el cañadón del Rio Pinturas o la zona de estepa adyacente? ¿Podemos tener una visión clara de cómo eran las Misiones Jesuíticas sin el contexto de la selva misionera cubriéndolas en su totalidad? El manejo en ambos casos –y en muchos más- debe exceder una profesión o disciplina, una única mirada, e intentar ser integral.

Dimensiones del patrimonio

Hay una dimensión social de lo heredable que es cotidiana. Pensando en ejemplos de la naturaleza nos damos cuenta de que esta es indisoluble en nuestra vida.

El patrimonio personal se encuentra representado en ese árbol que plantamos cuando niños en la puerta de nuestra casa, el mismo que luego usamos de refugio para besar a nuestra primera novia.

Analizando un patrimonio más regional, el hombre está condicionado por el paisaje, así lo establecía claramente el antropólogo Guillermo Magrassi, al manifestar “que el hombre se resignifica con el paisaje y el paisaje se resignifica con el hombre”. La misma idea nos manifestaba Atahualpa Yupanqui al decir que había que descubrir los tres misterios del hombre: El misterio de la montaña, el misterio de la llanura, y el misterio de la selva. Y es que sin duda, hay un condicionamiento emocional y físico que nos establecen las regiones donde habitamos. No es casual que a algunos nos sienta mejor el mar que la montaña y viceversa.

Áreas y símbolos

El sistema nacional de áreas protegidas, cuya columna vertebral son los 44 Parques Nacionales, además de sus beneficios ambientales, turísticos o estratégicos, nos permite sentir que esos ambientes nos unifican como nación. Esa es la sensación de pertenencia al visitar el Parque Nacional Nahuel Huapi o Campos del Tuyú, (el único que protege el pastizal pampeano, ambiente característico del gaucho y de la otrora inabarcable llanura pampeana, con su naturaleza hoy profundamente modificada).

A nivel simbólico contamos con nuestra Ave Nacional, el hornero, y el seibo, símbolo botánico que compartimos con los uruguayos y que (arbitrariamente) fue clasificado como “Flor Nacional”. No podemos obviar en esta enumeración los cuatro “Monumentos Naturales”: el huemul, la ballena franca austral, el yaguareté y la taruca. Cada uno de elllos no deja de ser arbitrario, ya que podríamos incluir en la misma categoría a las 500 especies amenazadas de extinción en nuestro país. Pero de esa forma también se desvirtuaría la protección, ya que todo sería nada.

Un patrimonio de alcance internacional que también ostentamos los argentinos son esas joyas, embajadores naturales, que nos representan claramente como “Patrimonio de la Humanidad”. Esta clasificación la brinda la UNESCO a partir de un pedido específico de la Nación, y que requiere que esta asuma el compromiso de conservarlas. De los 10 que tiene Argentina, 5 son específicamente “naturales”: PN Cataratas del Iguazú, PN Los Glaciares, el complejo RN Ischigualasto PN Talampaya, La RN Península Valdez y la Quebrada de Humahuaca, considerada esta última como “paisaje cultural”.

Mitos y leyendas

En su obra más significativa, “Los que se van, animales amenazados de extinción en la Argentina”, el naturalista Juan Carlos Chebez dedicó todo su trabajo monumental de investigación y defensa de la vida “a Coquena, Llastay, Sachayoj, Caa pora y Yasy Yateré, quienes a pesar de nuestro olvido, lentitud e ineficacia, hacen que la fauna siga poblando nuestras montañas, selvas y llanuras”. Esta fue una declaración de principios, pero también un reconocimiento a ese patrimonio intangible directamente vinculado con la naturaleza y que se encuentra tan presente día a día.

Cuando decimos: "malo como una harpía”, “astuto como un zorro”, ”sabio como una lechuza”…. Explicamos formas de ser humana con conductas de la Naturaleza…

Porque los mitos, leyendas y otras manifestaciones populares cubren necesidades culturales básicas de los pueblos. A través de ellos se popularizan los dioses y espíritus protectores y malignos. Sirven también para explicar las características físicas de animales, plantas y lugares, los fenómenos naturales y finalmente, para conectar a las personas a través de un lenguaje común.

Pinturas

El patrimonio pictórico argentino se remite en sus comienzos a las pinturas rupestres de la cultura de la Aguada o de los Comechingones donde se representan claramente especies nativas como el yaguareté, el ñandú o las vicuñas.

El hombre ha representado la naturaleza, que era el elemento que despertaba en él las expresiones más cercanas. Lo vemos por ejemplo en las escenas de caza de cueva de las manos en Santa Cruz.

Ese arte rudimentario pintó con líneas prolijas y con matices deliciosos el ñandú, la rana, la víbora, el venado, el cóndor, geometrizó la montaña y el árbol, imaginó a sus dioses y representó a sus hombres individualizando a veces las jerarquías sociales.

En la Argentina abundan durante la primera mitad del siglo XIX, los motivos de paisajes, tipos y costumbres planteadas por artistas. Mucho más adelante encontraremos la naturaleza en las obras de quienes son fundadores del arte nacional. Pero las primeras expresiones artísticas vinculadas a lo natural las tenemos en aquellos grabados y dibujos que nos legaran los misioneros jesuitas que trataron de retratar los elementos naturales que se presentaban por primera vez ante sus ojos.

En la actualidad el género realista animalista tiene entre los argentinos algunos destacados cultores que, pese a ser pocos, nos permiten hablar de una tendencia en ese sentido (Axel Amuchástegui en 1963, y en la actualidad el pintor animalista Aldo Chiappe, Jorge Rodríguez Matta, Moris Karlz, Marcelo Bettinelli, Gustavo Rodolfo Carrizo, Oscar Correa, Marcelo Canevari y Guillermo Harris)

Literatura

La literatura ha brindado un aporte excepcional al reconocimiento de nuestro patrimonio natural y cultural. La voz de Luis Franco, (Belén, Catamarca 1898) nos llega desde un mundo donde el intelecto se enfrenta con la realidad del trabajo, con el rastrillo y la azada desafiando la naturaleza.

La obra de Jorge W. Abalos respira aire de campo, más precisamente de los montes de Santiago del Estero, a los que el autor adoptó como si fuera su tierra natal. No podíamos obviar en esta enumeración a Guillermo E. Hudson, quien no fue un escritor o un artista más, ni un simple naturalista. Y tampoco se puede obviar a Ricardo Rojas, que es pensar en un sentido americano.

Miradas

Es necesaria una revisión sobre el manejo que estamos realizando de nuestro patrimonio. Cuando en 1986 el Arquitecto Jorge Hardoy, por entonces Presidente de la Comisión de Monumentos Museos y Sitios Históricos, planteó la necesidad de comenzar a trabajar con un criterio de “patrimonio integral”, estaba adelantándose en cincuenta años las líneas políticas de cómo los argentinos podríamos preservar nuestros bienes y reafirmar nuestra identidad.

Y es que los recursos naturales merecen ser conservados por aspectos superadores del mero hecho ecológico, ambiental o económico. Resulta primordial plantear claramente a la sociedad los distintos motivos por los cuales es imprescindible preservar nuestro patrimonio, sumando a los motivos culturales los fundamentos éticos y estéticos inherentes al paisaje, a la flora y la fauna nativa.

(*) Colaboración especial publicado en suplemento ECO/diario La Arena de noviembre de 2014

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