En el fondo del terreno de nuestra casa, en un metro cuadrado (si el patio es chico) y hasta en una maceta se puede cultivar las verduras para nuestra mesa. Trabajar la tierra, sembrar las semillas de verduras y hortalizas, desmalezar… una actividad tan antigua como la historia de la humanidad está cada vez más desarrollada.

Cuando se apaga la luz… se ahorra energía. Hasta en el momento más íntimo de una pareja se puede ser “verde” y así lo profesan algunos ecologistas y promueven conductas amigables con el ambiente.

Fueron más de un millón en todo el país las personas que se dieron cita en las ferias o clubes del trueque. Desocupados, maestras con sueldos de miseria, jubilados y familias enteras expulsadas del mercado se juntaron todas las semanas y construyeron una “economía a escala humana”.

El Parque Oliver (Santa Rosa, LP) recibe todos los sábados a una veintena de feriantes que comercializan su propia producción. Cada puesto es una historia y así lo entienden los clientes que, cautivados por los sabores, se han vuelto visitantes frecuentes de la “Feria para una alimentación sana”.

Un tercio de los alimentos que se producen para el consumo humano en el mundo se pierden o desperdician, según advierte un estudio de la FAO. Representan unos 1.300 millones de toneladas. Se podría entregar más de una tonelada de alimentos por año a más de mil millones de personas que sufren hambre en el planeta.