Acababan de pasar el verano más caluroso de la historia y ella, con 15 años, enfundada en un chubasquero amarillo y con una pancarta de madera, decidió no asistir a la escuela hasta las elecciones generales de Suecia de 2018, tras la ola de calor y los incendios forestales en ese país.
Su demanda era que el gobierno sueco redujera las emisiones de carbono en base a lo establecido en el Acuerdo de París, por lo que decidió protestar sentándose en las afueras del Riksdag todos los días durante la jornada escolar, junto con un cartel que decía Skolstrejk för klimatet (“huelga escolar por el clima”).
Después de las elecciones generales, Thunberg continuó protestando solo los viernes, lo cual llamó la atención a nivel internacional. Se les llamó “los Viernes para el Futuro”, la traducción al español de #FridaysForFuture, el hashtag con el que la acción de Thunberg comenzó a extenderse por redes sociales y que la llevó a participar el 14 de diciembre en la Cumbre del Clima de Katowice, en Polonia, en la XIV Conferencia sobre el Cambio Climático (COP24) de la ONU.
“Nuestra casa está en llamas”
Ella inspiró a estudiantes y a escolares de todo el mundo a participar en huelgas estudiantiles. Desde diciembre de 2018, más de 20.000 estudiantes realizaron manifestaciones en más de 270 ciudades en varios países del mundo.
Greta Thunberg ha sido propuesta para el Premio Nobel de la Paz por tres parlamentarios noruegos en signo de reconocimiento por su compromiso contra la crisis climática y el recalentamiento global. Según dijo el parlamentario Freddy Andre Oevstegaard al Times, “hemos nombrado a Greta porque la amenaza del clima puede ser una de las causas más importantes de guerras y conflictos”.
En la Conferencia COP24
“Mi nombre es Greta Thunberg. Tengo 15 años. Soy de Suecia. Hablo en nombre de Climate Justice Now (...) Ustedes solo hablan del crecimiento económico verde y eterno, porque tienen demasiado miedo de no ser populares. Solo hablan sobre seguir adelante con las mismas malas ideas que nos metieron en este desastre, incluso cuando lo único sensato que pueden hacer es poner el freno de emergencia. No son lo suficientemente maduros para decir las cosas como son. Incluso esa carga nos la dejan a nosotros los niños. Pero a mí no me importa ser popular. Me preocupo por la justicia climática y por el planeta (...) Nuestra biósfera se está sacrificando para que las personas ricas en países como el mío puedan vivir de lujo. Son los sufrimientos de muchos los que pagan por el lujo de unos pocos (...) Ustedes dicen que aman a sus hijos por encima de todo, pero les están robando su futuro ante sus propios ojos (...) Necesitamos mantener los combustibles fósiles en el suelo y debemos centrarnos en la equidad. Y si las soluciones dentro del sistema son tan imposibles de encontrar, tal vez deberíamos cambiar el sistema en sí mismo. No hemos venido aquí a rogar a los líderes mundiales que se preocupen. Nos han ignorado en el pasado y nos volverán a ignorar. Nos hemos quedado sin excusas y nos estamos quedando sin tiempo. Hemos venido aquí para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no. El verdadero poder pertenece a la gente. Gracias”.
(Patricia Ynestroza/VaticanNews)