Bolsas en CABA

“(…) Es una medida sin sentido”, sostiene Laura Rocha en una nota publicada en la edición digital del diario La Nación. La afirmación de la periodista hace referencia a la ordenanza que indica que los supermercados deben entregar bolsas de distintos colores, a cargo de los clientes, para que estos separen la basura en su casa.

Mientras en la capital pampeana el debate continúa dividido entre los que consideran que está bien continuar con la prohibición al uso de las bolsas de nylon, y aquellos que sostienen que no están dadas las condiciones y que hay que evaluar alguna alternativa. Buenos Aires, la ciudad que más basura genera en el país -más de 6.000 toneladas diarias- también presenta dificultades en la aplicación de su normativa.

Ya pasó un año y medio desde que el gobierno de Mauricio Macri implementó en la ciudad la medida que obliga a los supermercados a expender la mercadería en bolsas de distintos colores, para facilitar la posterior separación de los residuos. Dichas bolsas, negras o verdes, de acuerdo a la condición del desecho, conllevan un costo que en este caso es de 0,25 centavos y corren a cuenta del consumidor.

Según Rocha, la normativa macrista “es una medida sin sentido”. El argumento de la periodista es que las bolsas “fueron impresas en verde y negro, supuestamente, para que cada uno en su casa separe la basura en residuos reciclables y no reciclables. Sin embargo, el sistema lanzado por el gobierno porteño no necesita de esta diferenciación. Ni siquiera la exige. Mientras tanto, la bolsa que antes los supermercados entregaban gratis ahora hay que pagarla”.

Además, agrega que “el sistema de contenedores para los reciclables no requiere de envoltorios. Y supuestamente los porteros tendrían bolsas de consorcios de colores”. “La bolsa que se usa para sacar la basura no genera un daño”, afirma Rocha. También añade que la normativa no se cumple en toda la ciudad, ya que hay kioscos, verdulerías y otros comercios que siguen entregando bolsas y lo hacen de manera gratuita. La nota concluye diciendo que los vecinos de Buenos Aires continúan “subsidiando la fabricación de nylon”, lo que constituye, repite la periodista “un sin sentido”.