Aves y aviones

Más de ocho mil choques de aves con aviones se producen por año en una treintena de países. Las aves y otros animales en los aeropuertos son todo un problema. Existen organismos nacionales e internacionales que estudian el tema. Millones de dólares y aeronaves paralizadas son los costos más comunes. También se pierden vidas humanas…

 

(Suplemento ECO/Octubre 2009)._ En enero de 2009, el avión US de la empresa AIRWAYS partió con normalidad del aeropuerto de Nueva York, en Estados Unidos. A pocos minutos del despegue el piloto detectó problemas en las turbinas y debió realizar un aterrizaje de emergencia sobre el río Hudson.

La pericia del piloto permitió un descenso casi perfecto sobre las aguas, a tal punto que toda la tripulación salió ilesa e incluso el avión fue arriado hasta la orilla evitando que se hundiese en las profundidades del río.

Sin embargo, muy pocos se enteraron de que ese accidente se debió a “la coalición con una bandada de pájaros que afectó los álabes de las turbinas, perdiendo el empuje de los motores”, tal como informaron los expertos.

Problemas

Las aves y otros animales resultan todo un problema para la aviación. De hecho, se contabilizaron en una treintena de países y solo en un año unos 8.458 choques de aves con aeronaves.

Transformado su hábitat natural, muchas especies se multiplican con los sembradíos, con el alimento fácil, con espejos de agua y con los refugios en ambientes creados por el hombre. El problema es que muchas aves y otros animales viven o se alimentan en las inmediaciones o en los mismos terrenos de los aeropuertos, lugar donde ocurren la mayoría de los accidentes.

Además de la seguridad humana, las pérdidas económicas son altísimas. Solo en Estados Unidos (uno de los países con mayor desarrollo en el tema) los costos por los accidentes ascienden a unos 300 millones de dólares anuales por daños directos en las aeronaves y pérdidas de unas 500.000 horas de vuelos por el “fuera de servicio” de las máquinas.

Por eso, desde hace años funciona la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), que integran un centenar de países, entre ellos Argentina. Creada en 1946, tiene entre otros propósitos, reglamentar la actividad aeronáutica, y diseñar programas y planes para prevenir este tipo de accidentes.

Volando en las pampas

Guillermo Bertolotti es piloto, asesor de prevención de accidentes aeronáuticos y controlador de tránsito aéreo. Desde su lugar de trabajo, en el aeropuerto de Santa Rosa (La Pampa, Argentina), explica que el desarrollo de la aviación creció al igual que la urbanización en el mundo.

Desde el año 1912, cuando Carl Rogers atropelló con su nave un pájaro, desde aquel entonces el tema comenzó a preocupar. Rogers era un piloto muy conocido por ser el primer navegante en cruzar Estados Unidos de costa a costa. También se lo recuerda por aquel accidente (que le costó la vida) y que es considerado el primero en su tipo en la aviación mundial.

Bertolotti señala que el ingreso de aves en un motor de reacción durante el despegue “puede producir la destrucción del mismo y la consiguiente pérdida de empuje durante una de las fases más críticas del vuelo”.

“Cuando los motores de los aviones eran ruidosos y las naves más lentas, el problema era menor”, explica el vicecomodoro Rodolfo Defeo, jefe del aeropuerto de la capital pampeana. “Sin embargo, las altas velocidades de los aviones a reacción aumentan el peligro porque las aves no se alcanzan a enterar y ya es tarde cuando la nave se encuentra encima”.

El tema preocupa. Por eso se establecen en los aeropuertos los programas de limitación de fauna y existen sistemas de reporte como el Informe de Avistaje de Aves y la Notificación de Choque con Aves.

Campos y basurales

En 1770, en la ciudad francesa de Annonay, se les prohibía a los propietarios de globos de aire caliente sobrevolar sobre los sembradíos de trigo “antes de las cosechas”. Desde entonces se sabía que hay épocas y situaciones que aumentan el peligro.

Los campos sembrados atraen a varias especies de aves, al igual que los basurales a cielo abierto. También, inmensas arboledas o bosquecitos con espejos de agua, pueden ser el refugio donde anidan bandadas completas.

Existen muchas situaciones que pueden transformarse en grandes problemas. Por eso la OACI estableció una serie de programas y planes para reducir al máximo las posibilidades de accidentes. Una de ella es la distancia mínima entre los aeropuertos y los depósitos de residuos de las ciudades, los que deberían estar separados por unos 13 kilómetros, como mínimo. El de Santa Rosa (LP), por ejemplo, se encuentra a 4 kilómetros. Allí, cientos de gaviotas y otras aves sobrevuelan el lugar.

Según explica Bertolotti, hasta los eventos deportivos o culturales deben contemplarse: “Hace poco tiempo nos enteramos por los diarios que se realizó una suelta de palomas, una de las más importantes del país. Por suerte no coincidió con el día de los vuelos en la ciudad”, señaló y agregó que lo ideal es que estas actividades se conozcan con anticipación para prevenir.

En una filmación casera de Bertolotti, se observa cómo en pleno despegue del avión Lear 35, del aeropuerto de Santa Rosa, se cruzan peligrosamente un par de chimangos.

Tanto Defeo como Bertolotti señalan que la tarea es reducir al máximo los riesgos, “aunque es imposible controlar todo”, afirman. 

Ruidos molestos

Minutos antes de que el avión aterrice o despegue, una camioneta circula por los terrenos del aeropuerto con un fuerte sonido de bocina. Es el “chillido de peligro”, una técnica que utilizan para ahuyentar a las aves y otros animales que rondan en las inmediaciones de las pistas.

Las gaviotas, los chimangos, las lechuzas, los teros, los loros y cotorras, las palomas, las liebres, los perros, y hasta las vacas y caballos son considerados como los animales que habitan en los terrenos de los aeropuertos.

“Los aeropuertos representan zonas atractivas para algunas especies de aves porque están ocupados por espacios abiertos y despejados, rodeados de estructuras edilicias y arboledas, proveyendo recursos tales como alimento, sitios de nidificación o descanso”, dicen los integrantes de un equipo de trabajo del Programa de Control de Aves en Rellenos Sanitarios y Zonas Aledañas (ProCoA). Ellos estudiaron la problemática de las aves en la zona del Relleno Sanitario Norte III y su incidencia en la pista de aviación de Campo de Mayo, en el Partido de San Miguel, provincia de Buenos Aires.

Miguel Santillán es un amante de los pájaros que comenzó a interesarse por esta problemática: “A medida que lees y conversás con los especialistas te das cuenta de que no es un tema menor”, comenta.

Conjuntamente con las autoridades del aeropuerto de Santa Rosa, Santillán impulsa el diseño de estudios para conocer sobre las especies más frecuentes que habitan en los terrenos y sus hábitos. “Primero tenemos que realizar un diagnóstico para que los expertos definan cuáles son las técnicas más recomendables para ahuyentar a los animales de esos terrenos”.

Los expertos señalan que rara vez se diseñan planes preventivos y solo se ve la necesidad cuando ocurren los accidentes. Si bien reconocen en que es imposible manejar todas las variables, sin embargo reclaman una mayor atención a esta problemática “que puede transformarse en una tragedia”.

Informe: Pablo DAtri
Ilust.: Bibi González