La ratona en su nido

En un bosque pampeano de cien hectáreas, un equipo de investigadores está estudiando un pequeño habitante: la ratona común. Durante los meses de verano recorren el bosque y abren las cajas de maderas colocadas en los troncos de los caldenes. Allí, el chercan, como de decían los ranqueles a esta pequeña de 12 gramos de peso, hace sus nidos y cría a sus pichones. Saber cómo viven es el objetivo del equipo y hace años que están en esta tarea...

 

Muy temprano, por la mañana, Laura, Miguel y un grupo de estudiantes caminan  entre el pasto y las ramas de un imponente bosque de caldén. En un campo ubicado a unos pocos kilómetros de la localidad de Toay, muy cerca del paraje La Araña, abren una a una las “cajas nidos”. Hace tiempo que están estudiando a una pequeña ave: la ratona común.

 Distribución: Desde Canadá hasta Tierra del Fuego. En Argentina en todo su territorio, incluso en las Islas Malvinas.

 

Ficha técnica:

Nombres comunes: Ratonera, Charrasca, Tacuarita, Pititorra, Chercan (Ranquel).

Especie: Troglodytes aedon

Reproducción: Deposita entre 4 y 7 huevos de color rosado con pintas más oscuras. La incubación la realiza solo la hembra durante 14 días. Luego de una quincena los pequeños salen del nido y realizan los primeros vuelos. Puede realizar hasta 3 nidadas por estación.

En el mundo científico se la conoce como Troglodytes aedon, aunque la mayoría de la gente la conoce como ratona, charrasca, tacuarita o pititorra. Se trata de una especie que habita desde Canadá hasta Tierra del Fuego. “Es un ave que por tan común pocos les prestan atención”, dice Laura Bragagnolo, quien está realizando una tesis doctoral sobre la “Biología reproductiva: factores ecológicos y comportamentales que afectan el éxito reproductivo de Troglodytes aedon en un bosque semiárido del centro-oeste de La Argentina”.

“Desde octubre hasta marzo son los meses fuertes del trabajo de campo”, cuenta Laura, quien es integrante del Centro para el Estudio y Conservación de Aves Rapaces de Argentina (CECARA), de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNLPam. Casi todos los días Laura sale al campo con Miguel Santillán (técnico de campo y laboratorio) y un grupo de estudiantes de la Facultad de Exactas y Naturales de la UNLPam. María Emilia Rebollo, Fernando López, Paula Orozco, Ana Paula Mansilla y Julieta Mallet son del grupo de los infaltables, mientras que José María Galea, Rocío Barón, Emanuel Leizica y Melina Abalos aportan cuando los trabajos requieren un equipo más numeroso.

La ratona mide no más de diez centímetros y pesa unos 12 gramos. Va a los saltitos entre las ramas de los árboles y arbustos. Así se lo suele ver, tanto en el bosque, el monte como en las ciudades.  De color marrón, busca en los recovecos de los troncos y de las paredes su alimento. El chercan, como le dicen los ranqueles, emite un canto áspero, que parece de otra ave más grande, más imponente: “chrrr” suena y da un saltitos.

Investigación

Laura está desarrollando la investigación a través de una beca PFDT para realización de doctorado en áreas prioritarias. Es en el marco del Programa de Recursos Humanos de la Agencia Nacional de Promoción Científica y UNLPam. “Esta especie ya contaba con estudios e investigaciones previas en La Pampa a cargo de Marcos Reyes”, dice y señala que en Estados Unidos es dónde se registran los estudios más abundantes. “La ratona aquí es residente y monógama social, es decir, vive en el caldenal y mantiene una misma pareja. Mientras que los estudios en el otro extremo del continente dicen que es migradora y poliginica, es decir, que un macho tiene varias hembras”.

Con las mochilas al hombro, con el GPS, las cámaras fotográficas y otros equipos, comienzan el recorrido. Visitan cada una de las 112 cajas nidos distribuidas en unas 100 hectáreas de caldenar. Colocadas en diferentes árboles del bosque, los investigadores observan cada unos de los detalles. Anotan hasta los cambios más imperceptibles.  Qué material utilizan para construir el nido, cómo lo colocan, cómo lo tapizan. Analizan los restos de comida y hasta las preferencias de la ubicación del nido con respecto al sol y al tipo de árbol. “Relevamos la mayor cantidad de datos posibles, desde la empolladura hasta cuando los pichones se van del nido”, dice Laura mientras abre la caja 94.

En medio de la conversación, María Emilia y Fernando abren la caja 8 y presentan a un conocido “intruso”: un ratón de campo con sus crías. “Igual que este ratón, existen otras especies que invaden el nido que construye la ratona”, explica María Emilia que señala que existe una importante cantidad de cajas ocupadas por otras especies “invasoras”.

Paula y María Emilia avisan que en una de las redes de niebla colocada al frente de una caja está atrapada una ratona. Con mucha paciencia, Miguel desenreda al pequeño animal. Todos le reconocen su amplia experiencia en el estudio de las aves silvestres. En el medio del bosque arman un pequeño laboratorio portátil.  A cada uno de los individuos capturados se le coloca un anillo de aluminio de colores. Luego se registran una serie de datos biométricos como peso y longitud del ala, largo de cola, del antebrazo, tarso; largo de pico y cráneo. También se les examina el nivel de grasa, si muestra placa incubatoria y la muda de la cola y cuerpo para calcular posteriormente un índice referencial de la condición corporal.

El ave capturada ya tiene un anillo que fue colocado con anterioridad. En unos pocos minutos se obtienen una serie de datos que son cargados en una planilla. “En estos meses nos hacemos de toda la información y luego, en los meses de invierno, los analizamos en laboratorio, los sistematizamos y comenzamos a plantear algunas hipótesis o marcar posibles conductas de la especie”, explica Laura.

Cada dato permite saber un poco más de esta especie abundante pero poco estudiada. Una videocámara se coloca frente al nido para ver cómo es la “actividad parental”. “Queremos saber cómo ayuda cada sexo de la especie en el cuidado parental, desde la incubación hasta que los pichones se van del nido”, cuenta Miguel mientras Laura prepara la videocámaras digitales Nixzen que grabará durante 24 horas todos los movimientos de los adultos en el nido, los pichones en el nido, los primeros vuelos y hasta un eventual predador que ataque el nido.

El trabajo comenzó en el 2009 y termina con la publicación del mismo en el 2014. Tal como explican los investigadores, el objetivo es conocer las características de estas aves paseriformes (que son las aves que representan más de la mitad de las especies de aves del mundo y generalmente son pequeñas) como la ratona. La propuesta es saber de su “ecología”, su hábitat y los comportamiento reproductivo. “Si conocemos cómo viven y qué los afecta, podemos determinar qué importante puede resultar conservar un bosque o algún ecosistema natural”, explica Laura.

Texto: Pablo DAtri
Ilus.: Bibi González

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